Dale las gracias a Francia, que como fue campeona de Europa y del Mundo, estuvo no sé cuánto sin jugar partido oficial, y llego el mundial de 2002 y se marchó para casa sin marcar un gol, en un grupo con Dinamarca, Senegal y Uruguay. Desde entonces, el campeón juega la clasificación para que, al tener ritmo de competición, no haga el ridículo. Aunque más ridículo sería no clasificarse, claro.