Llego ahora de San Mamés y está mú wapo. Es muy cómodo, moderno y suena que te cagas. Ruge la ostia, no quiero ni pensar cómo será cuando esté cerrado del todo: una auténtica olla.
Eso sí, es mogollón de raro ver casi un tercio sin construir. Dan ganas de no mirar ese hueco y que todo pase en la otra portería.
El viejo tenía su magia, su encanto, sus vivencias; pero los recuerdos es algo que no nos pueden quitar, así que aprovechemos la mejora. Ahora hay que llenarlo de vivencias porque el estadio lo crean los que lo habitan. Ya tenemos nueva casa y ahora hay que convertirla en un hogar.