Está claro, deberían seguir un criterio uniforme para evitar suspicacias. Al final son los propios árbitros con esa que alimentan los debates con su arbitrariedad.
Ayer en As, Relaño escribía en ese sentido:
"Desde hace muchos años los comités no hacen justicia, hacen política. Los reglamentos, y recientemente las redacciones de las actas, dan espacio a la interpretación. Y la interpretación ha ido siendo más benévola cada vez que ha asomado un grande como reo. Luego, esa indulgencia hacia el grande hace que se les rebaje también a otros. O no siempre. Así que no es de extrañar que en la encuesta que hicimos ayer entre ex árbitros comentaristas, gente de largo recorrido y buena vista, hubiera pronósticos en un amplio arco, desde el partido único de Ramos Marcos al ‘de cuatro a doce’ de García de Loza.
Las actas, decía, tampoco ayudan. Los árbitros ya no ponen ‘agresión’, que es lo que es, y era lo que se ponía antes. Dan vueltas para el juego dialéctico: ‘dar una patada a un contrario sin estar el balón a distancia de ser jugado’. El asunto empieza a emborronarse desde el primer instante, para que nada esté claro, para que el que quiera diga cara y el que quiera diga cruz. El resultado es que con el lapso del tiempo las sanciones por los mismos hechos se han ido haciendo menores, ello sin que haya habido modificación en los textos que lo justifique, y que en casos así tenemos amplio territorio para la controversia".